La Fundación del Banco Latino

LA HISTORIA DEL NACIMIENTO DEL BANCO

Nacido en 1950, el Banco Latino siempre ha tenido como premisa mejorar continuamente la atención a sus clientes. Su característica de banco moderno, joven, ágil y dinámico, lo ha llevado a ser pionero en productos y servicios como el horario corrido, la atención los sábados y domingos, los cajeros automáticos, oficinas interconectadas en tiempo real y la conexión vía módem con empresas.

EL MUNDO DE AQUELLOS TIEMPOS: 1939

Venezuela era un país que estaba transitando su transformación de país eminentemente agrícola a país fundamentalmente minero.

La Caracas de entonces era una ciudad de agradable clima y de personas que viajaban en tranvía y que los fines de semana podían ir de paseo a lugares y sitios que ahora son territorio de urbanizaciones o populosas barriadas. La inmigración de varios países, aunque toda- vía no era muy importante, resultaba ser un fenómeno socio-cultural que cambiaría en mucho nuestra habitual forma de ser.

El mundo se estaba cansando del charleston y del tango, mientras que los cambios socio-políticos enrarecían el aire europeo con amenazas de una nueva guerra, que involucraría -por así decirlo- todo el orbe. Todavía no se había aprendido la lección de dolor y sangre de la Primera Guerra Mundial. La tecnología avanzaba, ayudándose con la ciencia. La industria se confundía con el arte en el mundo especial del cine, donde sus límites se hacían cada vez más difusos. El mundo comenzaba ya claramente a definirse en dos grandes ideologías: el capitalismo y el socialismo, lo que llevaría más tarde a una gran lucha que trascendería los debates retóricos para volverse encuentros armados.

La sociedad industrial comenzaba a vivir una época de gloria donde, en el futuro, todos los esquemas para enfrentar la ya antigua forma de vivir, cambiarían en forma drástica.

En Europa dos hombres conversaron sobre una idea…

«Antes de la segunda guerra mundial mi padre, Alfredo D’Ambrosio, mantenía desde Venezuela un intenso trabajo comercial con empresas italianas: tenía relaciones con la Fiat, exportaba café y cacao a la Perugina, entre otras actividades. En esa época, hizo una profunda amistad con Giovanni Serventi. En una oportunidad, alrededor de 1939, se encontraron en Italia con algunos directores importantes de la Banca Comercial Italiana, a quienes les sugirieron la idea de que valía la pena intentar la instalación de una institución bancaria en Venezuela, vistas las proyecciones que en esa época se podían hacer del futuro afortunado y feliz para este país. Tomaron en cuenta que la Banca Comercial Italiana era la mayor accionista del Banco Francés e Italiano de París, el cual ya tenía bancos en Argentina, Colombia, Brasil y Perú, en cuya capital, Lima, era el banco más importante.

Para Giovanni Serventi era sencillo cuidar esta idea, porque él era Presidente del Banco Francés e Italiano para la América del Sur en Bogotá, ciudad donde residía y desde la cual le era fácil venir a Venezuela frecuentemente.

Después, con la guerra, naturalmente todos los planes se cayeron…

Apenas terminó el conflicto bélico, inmediatamente se reactivó la idea, porque había una aceptación extensa, entusiasta, de lo que significaba el aporte de la inmigración italiana a la transformación de Venezuela.

La Banca Comercial Italiana encomendó a Giovanni Serventi y a mi padre, para que reunieran un grupo de empresarios en Venezuela y le dieran forma a la idea del nuevo banco. Para ello -me da la impresión- tomaron en consideración principalmente las nacionalidades asociadas en el Banco Francés e Italiano para la América del Sur de París. Es así como se puede explicar la combinación, en la primera Junta Directiva, del elemento italiano, del elemento francés-italiano y del elemento ítalo- venezolano que ya existían: Rafael Pizani, Armando Palenzona, AIfredo D’Ambrosio, Nicolás Dominici, Enrique Benedetti, Frederick D’Orgeval, Giovanni Serventi, José P. Paparoni, Elbano Adriani, Raymond Vis, Enrique

Iti. Tejera París, René Bouillette y Antonio De Stéfano».

Félix D’ Ambrosio

17 de Febrero de 1.950

La historia reciente de un país se escribe en los periódicos. Ellos parecen ser una especie de crónica a través de la cual, en una lectura sin prisa y llena de recuerdos de los hechos pasados, se va proyectando toda la sociedad de otros tiempos, sus intereses, sus realidades y sus preocupaciones.

El día viernes 17 de febrero de 1950, los caraqueños que leyeron la prensa se enteraron de la situación del mundo, del país y de la ciudad que habitaban y, compartían. «El Nacional» que estaba en su séptimo año y que numeraba la edición del día con el nº 2342, abría su primera página -la que leyeron muchos apresurados en los puestos de periódicos- con las siguientes nuevas: «Misión de Paz a Moscú, sugiere el Presidente Truman»; «Perón se incauta de las existencias de papel de periódico en Argentina»; «Déficit comercial en América Latina. Sólo Venezuela y Cuba mejoraron sus compras en 1949 a EE.UU.»; «Que deje su corona, piden a un rey negro. Se casó con una mecanógrafa en Londres y ha creado un problema en Bechuanaland». Por su parte, «El Universal», que estaba a la sazón en su año 41, abría la primera página de la edición número 14.608 con las noticias: «Truman dispuesto a conferenciar con Stalin si éste se traslada a Washington «; «habrá elecciones a su debido tiempo, declara el comandante Marcos Pérez Jiménez», y «Churchill desmintió su muerte». Era un viernes precarnaval en el cual algunos de los caraqueños estaban preparándose para disfrutar – cada uno de acuerdo a sus capacidades- una noche de baile y diversión. En los elegantes clubes de la ciudad se exigía traje de etiqueta, oscuro, o disfraz, mientras que en los demás tan sólo las ganas de pasarla bien.

La distancia en el tiempo le da su verdadera dimensión a los hechos desde el punto de vista objetivo. Venezuela era para aquel entonces un país en búsqueda de patrones que le permitieran ser y crecer en la segunda mitad del siglo . Había búsqueda en áreas tales como la política y los recursos naturales (petróleo y hierro ), así como también de gente valiosa que le hiciera aportes de enseñanzas y progresos. El venezolano que vivió los comienzos del Banco Francés e Italiano para la América del Sur tenía proyectos que cumplir y ganas de hacerlos realidad a corto o mediano plazo. Leyendo la prensa del viernes 17 de febrero de 1950, podemos inferir que el venezolano de aquel entonces tenía muchas ganas de ser cada día mejor, de lograr mejores metas, mientras que el mundo entero estaba sumiéndose cada vez con mayor intensidad en una guerra fría que cuando se quería enfriar -para salvaguardar al ser humano- llegaba a puntos peligrosos de calentamiento. Para ello, la humanidad tuvo que esperar cuarenta años más.

EL NACIMIENTO

«El banco tendrá por objeto todas las operaciones y negocios bancarios tales como préstamos, depósitos, cambio, transferencias de fondos, descuento, compra y venta de oro y otros metales preciosos, así como, en general, todas las operaciones comprendidas dentro del cuadro de las actividades bancarias, así como todas las operaciones comerciales, financieras, industriales e inmobiliarias, de acuerdo con las leyes generales y especiales aplicables en Venezuela». Este propósito fue inscrito en el Registro de Comercio el día 17 de febrero de 1950, dando lugar al nacimiento legal del Banco Francés e Italiano para la América del Sur, C.A., surgiendo así la empresa que hoy conocemos como Banco Latino.

Se designó como Junta Directiva al Dr. Rafael Pizani como Presidente; Directores Principales al Dr. Armando Palenzona, Alfredo D’ Ambrosio, Nicolás Dominici, Enri- que Benedetti, Frederick D’Orgeval y Giovanni Serventi; Directores Suplentes a José P. Paparoni; Elbano Adriani, Raymond Vis, Enrique Tejera Paris, René Bouillette y Dr. Antonio De Stéfano. Comisarios fueron designados César Mendozza L. como principal y Egidio Montesinos Falcón, suplente.

«Frederick D’Orgeval y Giovanni Serventi, vinieron a mi bufete y me preguntaron si yo era el Dr. Pizani. Luego agregaron: Dr. Pizani, nos han hablado de usted, venimos a plantearle la posibilidad de fundar un banco y queremos que nos asista legalmente.

Poco tiempo después, una vez obtenida la autorización para iniciar operaciones, me dijeron que se sentían muy satisfechos» de mis servicios y deseaban que fuera el Presidente de la Junta Directiva del nuevo banco. Cuando me dicen esto me iba dando un síncope. ¡Yo banquero!, si yo para contar y recontar plata me sobran los dedos de las manos y de ahí en adelante me enredo todo. Les dije: estoy muy satisfecho de haberlos servido; les ofrezco mis servicios donde ustedes crean que soy útil, pero yo como Presidente de la Junta Directiva es otra cosa, yo no he sido hombre de dinero, por eso les hablo con toda franqueza.

Me dio D’Orgeval una lección que desde entonces no

he olvidado: Dr. Pizani -me dijo-, le estoy ofreciendo la Presidencia de la Junta Directiva del banco, no le estoy ofreciendo la jefatura de contabilidad. Aprendí la lección y acepté la proposición».

Rafael Pizani

En esta misma fecha que citamos, 17 de febrero de 1950, la «Banque Francaise e Italienne pour L’Amerique \ du Sud», liderizó el nacimiento del actual Banco Latino; Es así como los señores Frederick D’Orgeval, Director General, y Giovanni Serventi -domiciliado en Bogotá, Colombia , Director Central, ambos del mencionado «Banque Francaise e Italienne pour L’Amerique du Sud», en unión de un grupo de inversionistas del país: Armando Palenzona, L. Benedetti e hijos, Alfredo D’Ambrosio, José

P. Paparoni, Eduardo Riboli, Elbano Adriani, Rafael Pizani, Antonio Cartuciello, Giácomo Dimase, Rafael F. De Stéfano, Raymond Vis, Jesús Rhode, Juan de Dios Celis Paredes, Bruno Bianchi, Franco Roversi, Rafaele Staccioli, Sociedad Administradora de Capitales, C.A. (SOACA); Julio Criollo Rivas, Ramón D. León, Nicolás Chafcouloff, Promundas, C.A.; René Camus, Nicolás Dominici, C.A.; Conservas Francesas, Fernand Garlin, Roland Hallere, Henri Mitayne, Carlos León Mendoza, Enrique Tejera París, Lucién Virot, J.M. Padilla y Panaget y Cia., decidieron constituir al «Banco Francés e Italiano para la America del Sur» como una compañía anónima domiciliada en Caracas, con duración de cincuenta años. El capital social inicial fue de Bs. 3.750.000, equivalentes a U.S.$ 1.119.403 al cambio de 3,35 Bs./U.S.$ imperante en la época. Según el documento constitutivo, se enteró en caja el 20%, o sea, Bs. 750.000 (unos U.S.$ 223.880). El capital social estuvo representado en 7.500 acciones con un valor nominal de Bs. 500 c/u. Se observa en su constitución, muchos apellidos y nombres de origen italiano y algunos franceses.

Banque Francaise e Italienne pour L’Amerique du Sud suscribió 4.605 acciones; o sea, el 61,4%; Armando Palenzona 500 acciones, o sea, el 6,7% y el resto de accionistas se situaron entre un mínimo l0 acciones, o sea, el 0,1% y un máximo de 200 acciones equivalentes al 2,7%. Como se observa el grupo bancario externo controlaba totalmente al nuevo banco.

EL PRIMER DIA

El banco inició sus operaciones el día 31 de agosto de 1950, en el edificio Sucre, el cual estaba ubicado entre las esquinas de Traposos y Chorro, cerca del mercado San Jacinto, en el área bancaria de Caracas. En esta zona se encontraban: la Casa Boulton, el Banco de Maracaibo, el Banco de Venezuela, el Banco Mercantil y Agrícola, el Banco Agrícola y Pecuario, el Banco de Londres y el Royal Bank. Dicho local era propiedad de Andrés Sucre, conocido comerciante de la época.

Stéfano De María, ex-empleado, narra cómo transcurrió el 30 de agosto de 1950, día de la inauguración del Banco: «…me dirigí temprano al Bazar Caracas, donde tenía que realizar algunas labores. Cerca de allí en la puerta del Banco Francés e Italiano encontré al señor Walter Donati, a quien había ofrecido mis servicios en fecha anterior. El señor Donati me preguntó si estaba trabajando porque necesitaba una persona que hiciese la limpieza del banco, el cual iba a ser inaugurado en la tarde. Acepté la proposición y comencé a trabajar. En horas del mediodía me dieron cinco bolívares para que almorzara. Al final de la tarde cuando terminó la limpieza, recibí instrucciones de vestirme con paltó y corbata para atender a los invitados, porque el empleado encargado de esa tarea aun no había llegado. Entre las personalidades que asistieron al evento recuerdo al embajador de Francia, al embajador de Italia y al Nuncio Apostólico. Aproximadamente a la una de la madrugada del día siguiente, 31 de agosto, cuando los invitados se habían retirado, me dispuse a limpiar y ordenar el local. Más tarde cerré las puertas del banco. Mucho tiempo después, transcurridos 32 años de servicio, fuí jubilado».

LOS PRIMEROS CLIENTES

Según testimonio de Francisco Martínez, el adolescente que con sólo 16 años ingresó en 1951 al banco como cobrador con sueldo mensual de Bs. 300 y viáticos para transporte de Bs. 2,00 diarios, el Banco Latino -Francés e Italiano para la América del Sur, en aquellos momentos- surge como una necesidad y como una gran empresa como se ha demostrado después; Tuvo estímulo y ayuda inicial del gobierno italiano; era la época de la gran inmigración italiana y el gobierno de ese país se ocupaba con mucho ahínco y muy de cerca de sus nacionales que emigraron a Venezuela.

La colonia italiana, además de importante, era pujante y necesitaba mantener fluidas relaciones bancarias para sus ahorros con alguien que hablara su lengua, que los entendiera. Este grupo italiano, capaz de privarse de casi todo con tal de poder ahorrar y enviar dinero a sus familiares, necesitaba de un banco que les inspirara confianza y que les diera los servicios que requerían. Esto, según Martínez, podría ser la razón del origen del banco, el cual él también asocia a la época del nacimiento de la industria de la construcción de las grandes obras públicas en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Esta asociación de circunstancias dio origen a una forma social que no se conocía en Venezuela; llamaba la atención la dedicación al ahorro de los inmigrantes, quienes trabajaban incesantemente, consumían el mínimo tolerable y el resto lo ahorraban. Hoy sabemos por qué lo hacían: querían radicarse definitivamente en nuestro país y para eso querían construir una sólida posición patrimonial, y lo lograron. La inmigración italiana produce un importante cambio económico, social y cultural favorable para la población de nuestro país.

LOS PRIMEROS EMPLEADOS

Francisco Martínez refiere que la primera forma organizativa del banco estaba enmarcada dentro del esquema típico de la banca europea: un funcionario con amplios poderes era el encargado de organizar y administrar el banco. En los primeros tiempos este papel lo desempeñó el señor Walter Donati, quien ocupaba el cargo de administrador y a quien estaba adscrita el área de personal. Posteriormente el señor Walter Donati ayudó a la Corporación Venezolana de Fomento en la organización de los bancos regionales de esta institución.

En sus inicios el banco tenía dos gerentes: Antonio De Stéfano (italiano) y René Bouillete (francés). Antonio De Stéfano era el Gerente de la Oficina Principal y tenía bajo su responsabilidad todas las agencias, las cuales eran muy pocas (en 1953 funcionaban las de Maracaibo, Sabana Grande y Quinta Crespo, fundadas en ese mismo orden). El subgerente era Willy Van Gorp (oriundo de Bélgica), de quien dependía el Área Internacional: siendo su asistente Carlos Maneiro, Adscrito a Internacional estaba el Departamento de Cobranzas, el cual era dirigido por Gonzalo Chitty. César Cabrera era responsable de la función que hoy se correspondería con Cartera Centralizada y Centro Contable. El cargo Jefe del Departamento de Descuento De ocupaba Alfredo Danello, bajo cuya supervisión estaban Francisco Martínez, Rosario Hernández y Mario Ortega..Las tareas relativas a personal las ejercía Alba Soler, secretaria del señor Walter Donati. Con ella trabajaba Irma Rivero, quien mucho tiempo después ejercería el cargo de Gerente, de Recursos Humanos, Stéfano De María era quien proveía todo, manejaba el correo y los servicios generales. El servicio de vigilancia, lo realizaba el señor Paolo Pirruccio, italiano, quien a la vez se desempeñaba como portero.

Al incrementarse las operaciones en la Oficina Principal, el local del edificio Sucre, le fue quedando pequeño al banco; entonces se alquiló el segundo piso de un edificio ubicado al lado. Allí se instalaron el Departamento de Cobranzas y la Secretaria de la Gerencia. Debajo de ese piso había un depósito de plátanos y arriba, en el tercer piso, un depósito de mercancías; por esta razón en ese sitio de trabajo se oían con regularidad ratones corriendo de un lado a otro.

LOS PRIMEROS PROCEDIMIENTOS y POLITICAS DE PERSONAL

En la época en que se inició el banco, los procedimientos de personal y formularios que se aplicaban, eran adaptaciones de los que utilizaba la casa matriz de París (Banque Francaise e Italienne pour L’Amerique du Sud). Los formularios para evaluar los funcionarios, estaban escritos en francés. Para los empleados se utilizaba un formato muy simple, en el que se relacionaban los trabajos realizados durante el año, se clasificaba la actuación de acuerdo a una escala de cinco grados, y se contemplaba un espacio para «proposición de aumento de sueldo», La nómina de pago se elaboraba manualmente. Como recibo de pago se utilizaba un formato con capacidad para todo el año, el cual una vez firmado por el trabajador permanecía en poder del servicio. Los trabajadores debían presentarse quincenalmente en la taquilla, instalada en la puerta de la Unidad de Personal, para cobrar sus sueldos.

Francisco Martínez recuerda que en esa época los créditos se aprobaban en la casa matriz de París. Todos los gerentes, dice, provenían del extranjero y eran designados por la Banca Comercial Italiana o por el Banco Francés e Italiano de París. Estos eran los únicos funcionarios que tenían contrato. El personal venezolano progresaba muy lentamente, el sueldo mensual aumentaba cada año entre 50 y 70 bolívares. Sus utilidades sumaban entre 15 y 20 días, y el bono de fin de año alcanzaba hasta un máximo de 400 bolívares. Dependiendo del rendimiento y fiabilidad se podía lograr el nombramiento como habilitado, lo cual constituía el primer paso en la firma autorizada y primer rango de funcionario posible de lograr. Este cargo devengaba un sueldo mensual de 1.800 bolívares. Los funcionarios venezolanos sólo podían optar a los cargos de habilitado, apoderado, sub-gerente de sucursal, siendo el máximo rango el de gerente de sucursal.

LOS AÑOS 50.

LA VOLUNTAD DE CRECER

Después que se nace, el mandato es crecer y desarrollarse. y tener que hacerlo en un ambiente confuso, sin claras reglas de juego y con riesgos frecuentes marca la diferencia de los que podrán hacerlo para convertirse en verdaderos triunfadores. El mundo había quedado marcado con las bombas atómicas que terminaron con la II Guerra Mundial, y, más aún, observaba el comienzo de la llamada Guerra Fría, la confrontación de Corea y las voces de Truman y Stalin, enfrentados en ideologías y en formas de liderazgos.

La década que se inicia en Venezuela con el asesinato del teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud Gómez y el comienzo de una dictadura y que termina con el inicio de una democracia ejemplo de América Latina es rica en cambios socioculturales. Ellos se deben a múltiples factores que se dan a una velocidad hasta ese momento nunca antes conocida. Ya los venezolanos se sientan frente a un televisor que les retratará -como nunca antes nadie ni nada lo hizo, el mundo que les ha tocado vivir. Las mentalidades rurales comienzan a cambiar y Caracas sufre transformaciones. Se busca un porvenir.

El banco que inició sus actividades justo a mitad de siglo, sigue el mandato de crecer y lo hace en esta década de grandes transformaciones: en 1953 tiene 350 empleados a nivel nacional, en 1954 inicia su movimiento sindical y, en 1955 presencia la firma de su primer contrato colectivo. Había que crecer en un ambiente de oportunidades de desarrollo para todos…

EL PERFIL HUMANO DE LOS COMIENZOS

Stéfano De María afirma que dejó su trabajo de carpintero que le reportaba 1.200 bolívares al mes, para ingresar en el banco con un sueldo mensual de 450 bolívares. En ese entonces tenía cumplidos 30 años de edad y el banco apenas contaba con 18 empleados aproximadamente. Entre sus primeras tareas recuerda las entregas de depósitos que hacía en el Banco Central, para lo cual debía cubrir a pie, sin ningún acompañante, la ruta: Pasaje Linares, San Jacinto, Plaza Bolívar (parte externa, porque en aquella época no se podía entrar sin paltó), Santa Capilla y Banco Central. Después las entregas y retiros de depósitos se seguían haciendo a pie por empleados del banco, pero acompañados por un policía. Esta práctica terminó a finales de la década, con motivo del primer asalto bancario ocurrido en el país: e12 de junio de 1958 un ciudadano cubano, junto a dos cómplices, asalta a un empleado bancario a las puertas del Banco Central de Venezuela; se produce un muerto, son detenidos los asaltan-es y el dinero es recuperado.

Ramón Juvencio Rodríguez, actual Vicepresidente de División de Sucursales y Agencias, refiere que se relacionó con el banco por primera vez, motivado por la necesidad de trabajar: «acudí al Banco atraído por un aviso de prensa a través del cual solicitaban cobradores con experiencia, y logré ingresar el 22 de enero de 1953 con sueldo mensual de 300 bolívares. Mi papá tuvo que poner una casa en garantía, porque el cargo que iba a desempeñar implicaba movilizar especies fiscales. En aquel tiempo los cobradores, teníamos la responsabilidad de manejar una libreta de estampillas fiscales de diferentes valores indispensable para nuestro trabajo».

Irma Rivero ingresó en el banco en 1952. Para 1.990 se desempeñaba como Vicepresidente Directora Ejecutiva de la Fundación Latino. Ella recuerda que en el año 1953 el banco contaba a nivel nacional con 350 empleados. El servicio de personal, en el cual ella trabajaba bajo la supervisión de Alba Soler, funcionaba en la buhardilla del edificio Sucre: era pequeño y estaba equipado con dos escritorios y dos archivos. Recuerda que en esa oficina, ubicada de Chorro a Traposos, eran como una familia, los departamentos no estaban separados, había mucha cordialidad, mucha solidaridad.

NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO SINDICAL

En 1954 se inicia el movimiento sindical en el banco, con el fin de encauzar constructivamente las relaciones laborales. En 1955 se firma el primer contrato colectivo.

El grupo pionero de este movimiento sindical lo integraron, entre otros: Jesús Márquez, Elba Peña, Emma Ramírez, Cordido Freites y Ramón Juvencio Rodríguez.

LAS ACTIVIDADES DEPORTIVAS

«Me relacioné con el banco, donde trabajo desde 1956, a través del deporte. Ocurrió que se iba a realizar un encuentro de béisbol en una cancha que estaba ubicada en la avenida La Salle, sector donde residía., Faltaban jugadores y el reglamento exigía que éstos fueran empleados. Mi primo que pertenecía al equipo me propuso como jugador y esto motivó mi ingreso en el banco».

Mario Carbone

Entonces los empleados se interesaban también por analizar sus inquietudes deportivas. En 1956 ya tenían un equipo de béisbol propio que participaba en torneos organizados.

EL 3 DE MAYO DE 1.956

Con la nueva sede, una imponente mole de la Caracas de aquel entonces, se estaba cumpliendo con una fase importante del crecimiento institucional.

Ahora el deber estaba en desarrollarse en forma cónsona con los sueños y las aspiraciones de cada uno de sus protagonistas…

El 3 de mayo de 1956, el banco muda su Oficina principal a una sede propia, moderna y funcional: el edificio Sudameris. Este edificio, ubicado en la Avenida Urdaneta cruce con A venida Fuerzas Armadas, se terminó de construir en 1956, tal como se registra en la placa conmemorativa colocada en su entrada. Irma Rivero y Elba Castañeda de Ortega, sostuvieron la cinta tricolor que se cortó durante el acto de inauguración.

EL BANCO SIEMPRE A LA VANGUARDIA DE LA TECNOLOGIA MÁS AVANZADA y LA PRESTACION DE SERVICIO MAS PERSONALIZADO:

En los años cincuenta el banco prestaba a los clientes una atención directa y personalizada, muy humanizada. Nuestro personal tomaba en consideración que muchos clientes eran extranjeros y no manejaban bien el idioma; entonces les llenábamos las planillas para solicitar servicios, y los orientábamos cuidadosa y amigablemente sobre los pasos que debían seguir para tramitar las solicitudes»,

Mario Carbon

EL FINAL DE LOS CINCUENTA

Uno de los acontecimientos en esta época que tuvo mayor impacto en nuestro país, fue el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez, ocurrido el 23 de enero de 1958. A este hecho siguió una etapa fundamental, que condujo al país hacia el inicio de la era democrática. Inicio éste que estuvo regido por el gobierno presidido por el señor Rómulo Betancourt y el gabinete compuesto por tres ministros de U.R.D., tres de Copei y dos de A.D. El referido acontecimiento influyó en el desarrollo y funcionamiento del Banco Francés e Italiano para la América del Sur. Francisco Martínez refiere que el 21 de enero de 1958 se anunciaba que a partir de las 12:00 del mediodía se produciría una huelga general: tanto en la ciudad como en el banco se corrían los más diversos rumores. La administración del banco instruyó a los cobradores para que llamaran periódicamente. Al fin éstos regresaron a la oficina a las 11 :00 am. El banco no trabajó por la tarde pues se consideró conveniente cerrar para preservar las oficinas de daños o eventuales saqueos. Había dos marcados temores: la condición de banco extranjero y la inexistencia de seguros contra motines y conmoción civil.

Al día siguiente, 22 de enero, el banco no trabajó. En la ciudad no había transporte colectivo; el día transcurrió con relativa tranquilidad. Las primeras horas del 23 de enero todas las radios anunciaban la caída del general Pérez Jiménez, ya la 01 :00 am se oyó sobre el cielo caraqueño el ruido de los motores del avión que conducía al ex-gobernante al exilio. Aparece un nuevo personaje: el contralmirante Wolfgang Larrazábál Ugueto, quien preside la Junta de Gobierno que dirige los nuevos destinos del país.

La caída de Pérez Jiménez abre una brecha para el banco, el cual depende del reconocimiento por parte del nuevo gobierno de la deuda contraída por el régimen depuesto. Se producen demoras en los pagos por parte de los clientes, en su mayoría constructores italianos a quienes no se les reconocen de inmediato las deudas. El clima es de incertidumbre, sobre una gran cantidad de obligaciones contraídas por constructores con el banco.

A pesar de todo, muchos clientes lograron recuperarse y le hicieron frente a sus obligaciones; no obstante, muchas deudas nunca fueron reconocidas, otras en definitiva no llegaron a pagarse porque los titulares de las mismas habían quebrado o simplemente habían desaparecido.

En estas circunstancias, el banco soportó una carga. Solamente en la Sucursal del Este, por ejemplo, se tenían obligaciones demoradas por 14 millones de bolívares, siendo el capital del banco de 31 millones de bolívares.

De no haber sido por el auxilio prestado por el Banque Francaise e Italienne pour L’Amerique du Sud, la situación hubiera sido aún más difícil. Fue un momento crítico, de cuyas consecuencias el banco tardó varios años en recuperarse. Esta realidad presente al final de esta década, marcaría para el banco el inicio de la década de los años sesenta.

Al final de la década, en 1959, el banco tenía un total de 17 agencias y sucursales, las cuales iniciaron operaciones en las siguientes fechas: Maracaibo (11-04-53), Sabana Grande (07-09-53), Quinta Crespo (09-11-53), Puerto La Cruz (12-01-55), San Martín (12-09-55), Los Niveles (06-11-55), Las Acacias (25-06-56), Traposos (04-06-56), La Carlota (29-11-56), Ciudad Ojeda (27-06-57), Altamira (25- 8-57), Bello Monte (7-10-57), El Tigre (14-10-57), Puerto Ordaz (14-10-57), Los Haticos (1-12-58), Anaco (11-3-59), Barcelona (13-4-59) y Valencia (15-6-59). Todas estas sucursales y agencias se comunicaban a través de teletipo y radio telefonía; ello demostraba que el banco había incorporado en sus servicios, la s mejores innovaciones en materia de comunicaciones existentes en Venezuela para la época.

El balance de fecha 31-12-59 refleja los siguientes resultados logrados por el banco:

  • 172 millones de bolívares en depósitos (al 31-12-50 tenía 5 millones ).
  • 157 millones de bolívares en créditos (al 31-12-50 te- nía 4 millones quinientos mil).
  • 31 millones de capital, de los cuales 23 millones estaban enterados en caja (al 31-12-50 tenía 3 millones 750 mil de los cuales 3 millones 343 mil estaban enterados en caja).
  • Ganancias por Bs. 1.229.738 (al 31-12-51 registró ganancias por Bs. 154.266,oo).

Durante la década de los cincuenta fueron presidentes de la Junta Directiva del banco: Dr. Rafael Pizani (1950- 1952), Sr. Nicolás Dominici (1952-1955), Dr. Elbano Adriani (provisional 1955-1956) y Dr. Luis Gerónimo Pietri (1956-1965).