EN LA CAÍDA DEL LATINO PREVALECIÓ LO POLÍTICO .Versión periodística del momento de la Intervención.
El Universal Caracas.- En la decisión adoptada por el Banco Central de Venezuela, de excluir al Banco Latino de la Cámara de Compensación, no sólo prevalecieron argumentos económicos y técnicos, sino políticos y comerciales.
Caracas, miércoles 25 de febrero, 1998
EL UNIVERSAL
La historia de los papeles del CSB no tiene fin (I)
En caída del Latino prevaleció lo político
Yolanda Ojeda Reyes
El Universal
Caracas.- En la decisión adoptada por el Banco Central de Venezuela, de excluir al Banco Latino de la Cámara de Compensación, no sólo prevalecieron argumentos económicos y técnicos, sino políticos y comerciales.
Tradicionalmente, los bancos con conexiones en el gobierno de turno pasan a tener una mayor importancia. El Latino en poco tiempo se situó en la segunda posición en el ranking bancario, con una agresiva estrategia de captación de clientes vinculados al poder, convirtiéndolo en un fuerte competidor.
La supervisión era deficiente y las leyes regulatorias limitaban la acción de las autoridades. El Latino, al igual que otras instituciones, creció sin que se tomaran las previsiones respectivas en cuanto a la cartera crediticia y empresas relacionadas. Los préstamos se hicieron sin respaldo y se capitalizaban intereses y proyectos que no terminaban de ejecutarse, como ocurrió con el Maremares.
A Gustavo Gómez López, quien apoyó a Oswaldo Alvarez Paz, le fue atribuida una expresión que indignó al entonces candidato Rafael Caldera: ‘Churupos matan chiripas’. Pero la historia se encargó de sentenciar lo contrario. Ganó el hombre que aglutinó a un grupo de partidos que se autodenominó ‘chiripas’. Parafraseando a Alí Primera, hacían falta muchos golpes para ‘acabar al chiripero’. La suerte estaba echada para Rafael Caldera y el 5 de diciembre de 1993 fue electo presidente.
La intervención del 16 de enero contó con la buena pro de Caldera. Ramón J. Velásquez no hacía nada si no tenía la opinión vinculante del presidente electo. ‘Si se considera que eso es lo que se debe hacer que lo hagan’, dijo Caldera a su futuro ministro de Hacienda, Julio Sosa Rodríguez.
Dos días después de las elecciones Cordiplan y Hacienda comenzaron a rendir cuenta a través de Sosa Rodríguez.
Los órganos involucrados conocían la magnitud del problema de varias instituciones financieras, agudizada por la situación política que generó el primer intento de golpe del 4 de febrero de 1992. El BCV alertó con anterioridad sobre la situación de insolvencia y su incapacidad de seguir prestando auxilios financieros mediante la figura del redescuento y anticipo.
No se midieron las consecuencias y finalmente entró el elemento comercial y otros bancos ‘ayudaron’ a tomar la decisión. Se negaron a prestar dinero al Latino a través del mercado overnight.
El Latino no pudo cubrir un monto adverso de Bs 4.000 millones, el cual luego resultó insignificante cuando las cifras oficiales revelan la cantidad de dinero inorgánico que se creó para subsanar el efecto dominó de la decisión.
Salvador de patria
Los papeles del Centro Simón Bolívar estaban llamados a convertirse en ‘salvadores’. Versiones encontradas ofrecen una historia en donde el desenlace final tiene como leitmotiv un margen de 15 minutos. César Rodríguez llegó después que se cerró la Cámara de Compensación, dijo el presidente Ramón J. Velásquez. No se podía prolongar aún más la rueda de compensación del día 12. Ambas cámaras cerraron a las cuatro de la tarde, versión del BCV. Se podía paralizar el sistema de pagos. Los bancos no sabían hasta esa hora cuántos cheques estaban a su favor o en contra.
Prácticamente, Rodríguez se convirtió en la figura central de una historia que, por razones económicas, técnicas, financieras y políticas, no tenía vuelta de hoja. La secretaria de Rodríguez sólo se limitó a contestar las insistentes llamadas: ‘el doctor salió para allá’. Pasaban los minutos y no llegaba.
Bono de la esperanza
El problema de los bonos del CSB para el Banco Latino se planteó por primera vez en el directorio del BCV, en diciembre de 1993.
Surgió en conexión con las dificultades que el banco confrontaba en su relación con el Gobierno. Este último había incurrido en atrasos en el pago del servicio de la deuda y en la cancelación de contratistas que eran clientes del Banco Latino.
En una situación económica calmada esto puede ser soportado, pero no en un momento de turbulencia política.
El CSB mantenía obligaciones con el Banco Latino, hasta el 31 de diciembre de 1992, de 14.750 millones de bolívares. Para el 15 de diciembre de 1993 el CSB había cancelado al Latino 5.190 millones de bolívares, parte en efectivo y otra en dación de bienes inmobiliarios, quedando un saldo de 11.947 millones de bolívares; el pago de esta deuda estaba sujeto a la emisión de bonos por parte de la República, a través del Ministerio de Hacienda. De acuerdo a la Gaceta Oficial número 35.264 del 30 de julio de 1993, el CSB no podía haberse comprometido a dicha cancelación porque todo dependía de Hacienda.
El BCV se pronuncia a favor de la emisión de dichos bonos el 10 de septiembre y el Congreso da su visto bueno el 5 de octubre. El 11 de noviembre de 1993 sale en Gaceta la emisión de estos bonos.
Pero hubo un error en la impresión del decreto, lo que ocasionó su retraso. Esto fue subsanado el 12 de enero de 1994. En declaración jurada el presidente del CSB, César Rodríguez, explicó que los títulos provisorios estaban en poder del BCV. Fuentes del instituto emisor señalaron que los papeles físicos estaban custodiados por éste y sólo se esperaba por la firma de Rodríguez.
Cuando el 11 de enero se agravaron los problemas del Latino, los banqueros plantearon al BCV su resistencia a continuar dando asistencia financiera al Latino través del mercado overnight. Consideraban que no se ofrecían las garantías adecuadas.
Los representantes de la banca plantearon que otorgarían asistencia financiera al Banco Latino mediante la compra de Bs. 8.600 millones en bonos del CSB.
En vista de que la emisión no pudo realizarse ese día, la banca convino en dar asistencia por el monto antes indicado y que se evaluara al día siguiente con los accionistas del Banco Latino su disposición de buscar una salida a la crisis que, a su vez, evitara la exclusión de compensación y su posible intervención.
El 12 de enero de 1994 quedó descartada la posibilidad de que los accionistas efectuaran los aportes de capital y préstamos al banco, requeridos para solventar la situación. La directiva del Latino no quiso pedir auxilio a Fogade, no quería ‘rayarse’, lo que se presenta hoy como una manifestación de fortaleza en la negociación.
Préstamos de la noche
En el salón ‘herradura’ se encontraban, entre otros, José Bouza, Juan Tomás Santana, Henry Benacerraf, José María Nogueroles, José Alvarez Stelling, Gustavo Marturet y Juan Santaella. En la otra ‘esquina’ de una sala, la directiva del Latino esperaba: Gustavo Gómez López, Antonio Ugueto, Ricardo Cisneros, Giácomo León y Siro Febres. ‘Estar cerca o lejos por desacuerdo es lo mismo, equivale a aproximación’, como dijo el filósofo Heráclito.
El directorio del BCV, conformado por Ruth de Krivoy, Omar Bello, Eddy Reyes, Hernán Anzola, Carlos Hernández Delfino, Alfredo Lafee, Eloy Lares Martínez, Roger Urbina, superintendente de Bancos, y Aymara Morales, consultora jurídica del BCV, acordó excluir al Latino de la Cámara de Compensación.
El director del BCV por el Ejecutivo Nacional, Hernán Anzola, hizo los contactos del caso con César Rodríguez, a fin de que se entregasen los bonos a ser emitidos al Banco Latino o se diese por notificado de la cesión que estaría dispuesto a hacer el Banco Latino a favor de los bancos que darían el auxilio.
El Banco Latino había agotado desde hacía varios días su cuenta de depósito en el BCV (incluyendo el encaje legal).
La revisión que se hizo de la cartera de préstamos que el Banco Latino ofreció al BCV, arrojó la carencia total de préstamos elegibles a estos efectos.
Hernán Anzola procedió a informar al presidente de la República, en las primeras horas del día 13 de enero del 94, sobre la urgencia de obtener los bonos del CSB. La autorización se produjo en reunión del Consejo de Ministros, celebrada en horas de la mañana de ese mismo día, razón por la cual el presidente del CSB se trasladaría a la sede del BCV con la mayor brevedad.
Caracas, miércoles 25 de febrero, 1998
Velásquez: Los pagarés llegaron tarde
Ramón J. Velásquez, presidente de la República al momento de la intervención del Banco Latino, señala en la declaración que hace en el expediente que César Rodríguez llegó con los pagarés a las 4:30 de la tarde, cuando ya se había cerrado la Cámara de Compensación y la caída de la institución financiera era inevitable.
‘César Rodríguez se presentó en el despacho de la presidenta del Banco Central de Venezuela a las 4:30 de la tarde del mencionado 13 de enero, minutos después de haber sido cerrada la Cámara de Compensación de dicho día. Le pedí una explicación. Me informó que había sido muy larga su tarea de ajuste de la verdadera cantidad que el CSB debía al Banco Latino, pues dicho instituto insistía en una suma que significaba 261 millones de bolívares más de la verdadera deuda, y que por lo tanto por su responsabilidad administrativa había hecho un largo y minucioso examen de este saldo final, porque esos ocho mil millones formaban parte de una cantidad mayor que se había venido cancelando’.
Al preguntársele a Velásquez si esos pagarés salvarían al Latino, respondió: ‘No tengo formación financiera para poder opinar en ese particular’.
Roger Urbina: La Cámara había cerrado
Roger Urbina era el superintendente de Bancos al momento de la caída del Latino. Su testimonio también fue requerido en el expediente de la demanda de nulidad de la intervención.
A Roger Urbina también se le preguntó acerca de la llegada de César Rodríguez y el arribo de los pagarés que el Centro Simón Bolívar debía al Latino.
El ex superintendente fue muy preciso en su declaración al respecto. Al preguntársele si César Rodríguez llegó después que había cerrado la Cámara de Compensación, sólo dijo: ‘Sí’. Asimismo explicó que Hernán Anzola, titular de Cordiplan y director del Gobierno en el BCV y delegado especial del presidente de la República, se había comprometido a hacer que los bonos llegaran a tiempo.
‘Anzola comprometió sus mejores esfuerzos para lograr que los papeles estuvieran oportunamente en el BCV, en una demostración adicional del esfuerzo que hizo el Ejecutivo para evitar la intervención.’ Urbina afirmó que, de ser necesaria, «siempre fui partidario de la intervención a puertas abiertas, pero para ello era necesario la restitución del Banco Latino a la Cámara de Compensación, cosa que no se logró». El BCV…