Cinco Normas y una Regla de Oro para Gerenciar un Banco Central y promover una crisis Financiera

anexo 2


Documento presentado por Gustavo Gómez López el 6 de Octubre de 1995 en Washington, durante la conferencia «Crisis Bancaria en Latinoamérica» organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Grupo de los 30. Con posterioridad a esta presentacion Ruth Krivoy escribio el libro «COLAPSE», tratando de justificarse. Solo apelando a falsos testimonios pudo sustentar su «defensa».


Al contrastar la versión que ofrece la ex-Presidenta del BANCO CENTRAL DE VENEZUELA, Ruth de Krivoy, sobre la crisis bancaria venezolana, con las realidades económicas y sociales que detonaron el colapso, puede concluirse que las graves consecuencias derivadas de ese proceso son el resultado de aplicar criterios discriminatorios, basados en motivaciones políticas, y de haber actuado con irresponsable improvisación técnica.

La crisis bancaria venezolana es el resultado de un fenómeno que supera -con creces- la simplista teoría defendida por el Gobierno respecto a que Venezuela es el país con mayor cantidad de banqueros ladrones y el más alto nivel per cápita de fondos robados en todo el mundo. Para convencerse de esto, basta con leer con detenimiento lo señalado por Ruth de Krivoy, ex-presidenta del Banco Central de Venezuela, en su artículo publicado el 9 de Marzo de 1.995 en el diario venezolano “El Universal” (ver anexo #1):

“Los problemas del sistema bancario se acentuaron en 1.993 a medida que la economía venezolana era afectada por una inflación creciente; por la caída en la inversión y en el ritmo de actividad productiva; por presiones sobre el mercado financiero doméstico a causa del déficit del Fisco y también de PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.); ante los obstáculos enfrentados para acceder al financiamiento internacional a raíz del intento de golpe de Estado del 27 de noviembre de 1.992; por los atrasos en los pagos del Gobierno a los contratistas y proveedores; y por las dificultades para lograr un financiamiento ordenado del déficit, ante el virtual cese del crédito externo para el Estado venezolano”

Estas frases resumen bien la diversidad de factores que incidieron en el colapso de más de la mitad de los bancos venezolanos en menos de 12 meses. Sin embargo, no hay una respuesta razonable que explique su conducta durante el 13 de enero de 1.994, cuando el Directorio del Banco Central de Venezuela, apartándose de toda la información que tenían sobre la situación del sector financiero, decidió cerrar el Banco Latino, el segundo más importante del país.

Cada uno de los factores ahora enumerados por Krivoy afectaban a todos los bancos, y en base a ellos, días después se justificó la entrega de miles de millones de bolívares bajo la figura de “auxilios financieros” prevista en el ordenamiento legal vigente. Lo que no se entiende es por qué los criterios válidos para unos bancos no sirvieron para apoyar a otro, al Latino.

Como un actor dentro de la crisis financiera, y tomando en cuenta que no pocos integrantes de este foro han tenido que manejar o manejarán institutos emisores, considero útil que conozcan la metodología que se aplicó en nuestro país a través de lo que he llamado “Cinco normas y una Regla de oro para gerenciar un Banco Central, y promover una crisis financiera sin morir en el intento”.

Quienes gerenciaron nuestro Banco Central han logrado evadir sus responsabilidades por el mal manejo de la crisis, pese a las omisiones culposas o dolosas de sus obligaciones legales, que generaron graves perjuicios económicos para toda la sociedad.

Todo ello sin mencionar recientísimos descubrimientos según los cuales nuestro Gobierno utilizó mecanismos “heterodoxos” y ordenó al Banco Industrial de Venezuela (banco del Estado venezolano) la compra de las acciones del quebrado Banco Andino (propiedad del Senador por el partido de Gobierno Convergencia) sin transitar por un proceso de intervención, con el objeto de “proteger” o “encubrir” un escándalo de corrupción.

Por el equivalente a US$ 0.9 centavos se ordenó adquirir una pérdida de más de US$ 45 millones. El banco en cuestión, presentó una autocartera equivalente al 90% de sus depósitos. Por supuesto, este “descubrimiento” se hizo público después de mantener un año y medio de campañas gubernamentales en contra de los “banqueros corruptos” a quienes se les ha cargado con todas las responsabilidades y culpas de los males que sufre nuestra Nación.

I CINCO NORMAS.

1) Se debe “alertar” sobre la existencia y peligros de una crisis general, y en el momento preciso de actuar, simplemente ignorarla…

A mediados de 1.993, la presidenta del BANCO CENTRAL DE VENEZUELA, Ruth de Krivoy expuso al Ministro de Hacienda , los resultados de un estudio sobre la situación de solvencia del sistema bancario nacional y los cambios en sus esquemas de rentabilidad. En su oficio Krivoy destacó:

“como Usted y el señor Superintendente de Bancos habrán apreciado, el estudio sobre la situación de la Banca permite determinar que una parte de ésta acusa un continuo deterioro especialmente evidenciado en el transcurso del año 1.992”

De acuerdo con este estudio ordenado y elaborado por el Banco Central de Venezuela las principales debilidades del sistema financiero venezolano eran:

“ a) bajos índices de capitalización en las instituciones bancarias.

b) elevada dependencia de ingresos extraordinarios para la generación interna de capital.

c) fuerte incremento en los costos operativos, los cuales aumentaron progresivamente, hasta convertir en negativo los beneficios derivados de la intermediación tradicional.

d) alta concentración crediticia, relativamente generalizada, con sus consiguiente riesgos patrimoniales.”

e) falta de transparencia de la información y de la confiabilidad en los estados financieros.” (subrayado nuestro).

Como puede apreciarse, lo que Ruth de Krivoy expresó en este oficio, siete meses antes de que se evidenciara la crisis sistémica, es que las autoridades tenía plena conciencia de la existencia de una situación crítica generalizada, que la intermediación financiera tradicional no generaba ingresos suficientes a la banca, que los ingresos extraordinarios eran el sustento económico de las ganancias, y que existía una fuerte concentración en las carteras de crédito.

Además revela existencia tolerada y compartida de prácticas contables impuestas por un ambiente económico sumamente deteriorado.

En el artículo citado anteriormente del 9 de Marzo, publicado en El Universal, Ruth de Krivoy ofrece esta otra explicación sobre el colapso del sistema bancario venezolano:

“la grave situación política y social a partir de 1.992, con dos intentos de golpe de Estado, cuatro presidentes, numerosos capítulos de inestabilidad y dos procesos electorales, complicaron la situación y fue el detonante de la crisis financiera de 1.994”

Sin embargo, cuando expresa su opinión el entonces Superintendente de Bancos, Roger Urbina, ante un Juez, declara (ver anexo # 3)

“El deterioro al cual se hace referencia en los informes (de la Superintendencia, y que coincide con los del Banco Central de Venezuela sobre la solvencia de los bancos) están concentrados fundamentalmente en los activos, en la cartera de créditos y en la cartera de inversión de los entes financieros, fundamentalmente es consecuencia del régimen de tasas de interés, fijadas por el Banco Central de Venezuela.”

La política monetaria del Banco Central de Venezuela representó para los bancos, a los largo de 1.992 y 93, un aumento en el costo de captación de recursos y menor margen de intermediación. Sólo por el lado del Encaje Legal éste llegó a niveles asfixiantes para el sector bancario. En el primer trimestre de 1.993 la tasa de interés activa promedió casi un 70%, 19 puntos más del promedio de 1.992, y con tendencia alcista durante el segundo y cuarto trimestre del 93, asfixiando al sector productivo.

El Fondo para el Deudor Hipotecario -dependiente del Banco Central de Venezuela- nunca cumplió sus obligaciones legales con la banca hipotecaria, asfixiando el funcionamiento del sector construcción.

Es evidente entonces que los oficios, comunicados y cartas que señala Krivoy para sustentar que el organismo a su cargo hizo grandes esfuerzos por “advertir” sobre la crisis financiera, no se compensaron -nunca- con un manejo coherente de la política monetaria.

El Banco Central condujo la política monetaria en forma anárquica, descoordinada con el resto de las políticas económicas y financieras; se concentró en promover un falso panorama de solvencia internacional, mientras el sector productivo y financiero acumulaban las presiones que harían detonar una colosal crisis.

El 13 de Enero de 1.994, Krivoy y el Directorio del Banco Central cuando enfrentaron el problema de iliquidez del Banco Latino, el más grande en depósitos de ahorro, ignoraron el contenido de todas sus “advertencias” y actuaron en forma sospechosamente improvisada, confirmando la tesis de que fueron motivaciones políticas y no técnicas las que guiaron su comportamiento.

El Banco Latino aún habiendo presentado garantías de Bonos a cargo de la República, para cubrir su cámara de compensación, fue intervenido y cerrado por casi 3 meses. Pero 4 días después de la extrema medida, 8 bancos comenzaron a recibir dinero del Estado hasta un monto de 7 billones de dólares americanos, sin garantías documentadas y sin que se efectuara ningún cambio en sus Directivas.

Con ello se acentuaba la “diferenciación” entre los bancos, mientras se engavetaba el contenido de “las advertencias”, como si nunca hubieran sido formuladas.

2) Proponer “fórmulas mágicas” para evitar el colapso, de un banco, pero abandonar cualquier esquema racional de apoyo.

En comunicación enviada al Presidente interino de Venezuela, Ramón Velásquez, el 14 de enero de 1.994, (ver anexo #4) Krivoy le informó de la decisión de excluir al Banco Latino de la cámara de compensación de cheques. Aseguró que al no poder atender los saldos en su contra, era imposible inyectar recursos por la vía de los anticipos, redescuentos, y revela que

“En aras de evitar el proceso traumático para el sistema financiero, y la economía venezolana en su conjunto que se derivaría de la intervención, este instituto sugirió iniciativas para la adopción de un programa efectivo de ajustes y reestructuración del banco, sustentado en la actuación mancomunada de accionistas, la banca privada y Fogade (Fondo de Garantía de Depósitos)”

Lamentablemente en este esquema mágico de solución propuesto por Krivoy, no había solución alguna.

Primero, porque según comunicación enviada el 4 de Enero de 1.994 por su principal ejecutivo, el Dr. Omar Bello, al entonces Presidente interino Ramón Velásquez (ver anexo #5), el Banco Latino estaba enfrentando problemas de acceso al mercado interbancario. Esto quiere decir que los bancos, por efecto de los imprudentes y hostiles comentarios provenientes del propio BANCO CENTRAL DE VENEZUELA, ya estaban cerrándole el crédito “over night” al Banco Latino. Además si consideramos que una eventual caída se traduciría, tarde o temprano, en un reparto de sus depósitos entre los ya maltrechos competidores, un apoyo del sector al Banco Latino lucía totalmente descartable.

Segundo, Krivoy conocía a la perfección las debilidades del sistema, ya que se las expuso al Presidente interino Velásquez en comunicación fechada el 1 de diciembre de 1.993 (ver anexo #6). Resulta ilógico, entonces, que bancos que también estaban atravesando dificultades insolubles, pudieran ayudar al segundo banco del país.

Tercero, para la presidencia del Banco Central de Venezuela los accionistas del Banco Latino debían asumir la carga fundamental de la capitalización del banco y sustituir con aportes propios los depósitos perdidos como consecuencia de una campaña de rumores. Pero la titular del BANCO CENTRAL DE VENEZUELA sabía que el monto era imposible de obtener en cuestión de dos o tres días, sin convocar una Asamblea de Accionistas. Aun así, se insistió en esta única propuesta, posiblemente con buenas intenciones, por parte de la Dra. Krivoy -no lo sé- pero despreciable e imprudente desde el mismo momento de su planteamiento.

Por tratarse de un problema de Estado, la única opción válida era recurrir al mecanismo previsto en el artículo 314 de la nueva Ley de Bancos y otras Instituciones Financieras.

El BANCO CENTRAL DE VENEZUELA debió apoyar a Fogade a otorgar un auxilio al Banco Latino a objeto de salvaguardar la estabilidad del sistema bancario venezolano, como se lo ordenaba el Artículo 2 de la Ley del Banco Central de Venezuela. Sin embargo en ese momento a las autoridades financieras se les olvidaron las Leyes.!

La Presidenta del BANCO CENTRAL DE VENEZUELA siempre insistió en el aporte de los accionistas y de los otros bancos quebrados, pero nunca admitió la aplicación del artículo 314 como la posibilidad legal y técnicamente prevista para atender esa situación.

Por motivaciones aún sin despejar, la Dra. Krivoy puso de lado las graves consecuencias que tendría en la confianza del público y en el patrimonio nacional semejante ejercicio de rigidez y severidad, llegando al extremo de declarar ante el Congreso:

“se agotaron todos los medios para ayudar al Latino”.

¿Será acaso, que el Banco Latino no operaba en Venezuela ni era parte fundamental de su sistema financiero y de su sistema de pagos?

Si existía documentación oficial que describía la pre-existencia de una crisis general, si los miembros del Directorio del Banco Central de Venezuela tenían las facultades técnicas y legales para atender este caso dentro de las previsiones de la Ley de Bancos, si adicionalmente el Latino tenía acreencias a cargo del Estado, facilitándose así la acción oficial, ¿cual fué la verdadera explicación de haber excluido a ese Banco de la cámara de compensación y desencadenar una crisis de confianza, cuyos costos se prevé cargaremos por más de 20 años.

3) Un Banco Central nunca es responsable de la crisis financiera, aunque maneja la política monetaria, administre la cámara de compensación, y coordine la reforma financiera: la culpa es de otros.

En la carta de fecha 1 de diciembre de 1.993 al entonces Presidente de la República (ver anexo 6), la titular del Banco Central de Venezuela manifiesta, nuevamente, su preocupación por la situación de varios bancos debido a factores de índole estacional y a un alto nivel de ventas de divisas. Al igual que en el informe del 19 de Mayo de 1.993, insiste en que se trata de un grupo de Bancos y no de una institución en particular. No obstante, después de la intervención del Banco Latino, Krivoy y sus asesores enfilan sus baterías hacia esa institución, asegurando que se trata de un caso aislado de la banca. Era como si su apreciación del sistema financiero meses atrás jamás hubiera existido .

Es así como el 26 de enero de 1.994, el BANCO CENTRAL DE VENEZUELA le envía una carta al Presidente electo, Rafael Caldera (ver anexo # ), donde descarga toda la responsabilidad de la crisis financiera en los administradores y directores del Banco Latino.

En sucesivas declaraciones ante la Comisión Especial del Congreso creada especialmente para el estudio exclusivo del caso del Banco Latino (mientras el resto del sistema se desintegraba), la Presidenta del Banco Central de Venezuela aseguró que

“la crisis de este banco en particular es atribuible a factores inherentes a la gestión del banco y sus problemas de liquidez, y tuvieron como detonante el ambiente en general de salida de capitales y la erosión de la confianza del público en ese banco, tanto por los rumores como por otros problemas.”

La estrategia utilizada para asignar la culpa de la crisis al Banco Latino, encubriendo la falta de planificación de sus acciones, se basó en exagerar y comparar “la normalidad” en el resto de los bancos y las virtudes personales de los otros banqueros. Dos días después de decretada la intervención que cerró por 83 días las puertas del segundo banco del país, el Banco Central de Venezuela, emitió un comunicado informando que la decisión no había tenido efectos negativos en otras instituciones financieras del país, circunscribiendo su efecto sólo al Banco Latino. Con estas declaraciones aislaba más el caso de este banco, y alejaba las críticas sobre la superficialidad de sus decisiones.

A más de un millón de ahorristas se les negó acceso a sus fondos con la Guardia Nacional, un frenético discurso criminalizador contra los administradores, accionistas y clientes de ese banco fue la línea escogida por las autoridades, en flagrante desconocimiento de la abundante literatura existente en materia del manejo de crisis financieras.

La pregunta: ¿por que deliberadamente se mintió, afirmando que era normal el comportamiento del resto de los bancos? Posiblemente a la entonces Presidenta del Banco Central de Venezuela se le olvidó el contenido de su propio oficio RFSN 93-05044 dirigido al Ministro de Hacienda, (ver anexo ) donde recomienda

“el diseño y la aplicación de un programa de medidas correctivas, adaptado a la situación particular de cada uno de los grupos e intermediarios financieros con problemas estructurales; la formulación de soluciones preventivas y correctivas, aplicables a situaciones creadas por cambios ocurridos o que ocurran dentro de nuestro sistema bancario (…) y la implantación progresiva de un sistema de supervisión consolidado y de regulaciones preventivas en procura de mayor sanidad para el sistema.”

El 9 de Febrero de 1.994, durante su comparecencia ante la comisión especial del Congreso para el caso del Banco Latino, la presidenta del Banco Central de Venezuela, Ruth de Krivoy 3 de nuevo aseguró que

“los bancos están operando en condiciones normales, en condiciones de ofrecer cabal atención a sus depositantes”.

Afirmación casi obligatoria tomando en cuenta su posición pública, pero, por contraste, negada al Banco Latino cuando éste se encontraba en medio de la violenta campaña de rumores a que fué sometido antes de su exclusión de la Cámara de Compensación.

Menos de 180 días después del cierre del Banco Latino, a 8 bancos quebrados se les inyectó más de 7 billones de dólares y sus pérdidas representaron tres veces el capital total de la banca venezolana.

No se encuentra una explicación razonable que justifique el manejo de los eventos, cuando la propia Dra. Krivoy en la carta enviada el 4 de Enero al Presidente Velásquez, le señaló que

“de presentarse una situación como la exclusión del Banco Latino de la cámara de compensación, se estaría en presencia de un inminente riesgo de inestabilidad del sistema financiero, dada la dimensión de esta institución, con sus consecuencias adversas para la continuidad del buen funcionamiento del sistema de pagos del país y la pérdida de confianza de los ahorristas.”

Otro punto de contradicciones oficiales es el de la ola de rumores que afectó al Banco Latino y sobre la cual ninguna autoridad se quiso pronunciar antes del colapso de la institución. La Dra. Krivoy en la carta del 1 de diciembre de 1.993 al Presidente interino Velásquez le exalta la necesidad de preservar la estabilidad del sistema financiero en general, pero nuevamente hace muy poco. No hay declaración alguna que fije posición en relación a los rumores infundados, sobre una inminente intervención, que afectaban al Latino. Incluso, en comparecencias posteriores ante el Congreso, desestima la ola de rumores que desencadenan “la corrida” en el banco como la principal causa de su crisis de liquidez. Sin embargo, el Ministro de la Secretaria de la Presidencia interina de Ramón José Velásquez en su declaración ante los medios de comunicación sobre la decisión de intervenir el Banco Latino, el domingo 16 de Enero de 1.994 a las 9:00 p.m. expresó

“…luego de una despiadada campaña de rumores que afectó la estabilidad del Banco Latino, el Ejecutivo Nacional ha decidido su intervención …”

El violento cierre del Banco Latino constituyó el detonante -pero no la causa- de la crisis financiera venezolana. Hasta ahora, más de 19 bancos han sido cerrados, intervenidos, estatizados o absorbidos por otros. A finales de agosto fue intervenido otro banco y se ha publicado que hay otros más en difícil situación. La masa monetaria se incrementó en 1.2 billones de bolívares sin contraprestación en bienes y servicios, por lo que se ha convertido en una amenaza inflacionaria.

Las reservas internacionales cayeron en 3 mil millones de dólares, los títulos de la deuda venezolana se depreciaron en 25%, y la moneda se devaluó significativamente. Sin embargo, para Ruth de Krivoy la conducción del Banco Central de Venezuela fue muy exitosa, y así lo refiere en su análisis del 9 de marzo de 1.995 en “El Universal” (ver anexo #1)

“Vale la pena destacar que las políticas adelantadas a lo largo de esos difíciles tiempos permitieron que nuestra economía evolucionara sin mayores traumas, y se tradujera en la preservación de las reservas internacionales a niveles holgados, se defendió el valor de la moneda y se contuvo la inflación, y lo más importante, no decayó la confianza y el respeto de la comunidad financiera internacional”.

El país ha sufrido un trauma de dimensiones enormes, pero a juicio del Banco Central, este organismo “no ha tenido nada que ver” con los costos incurridos como consecuencia de “gerenciar” la crisis bancaria venezolana y la administración de la política de auxilios financieros.

4) Hay que promover la coordinación y el entendimiento con el resto de las autoridades supervisoras y con el Ejecutivo, pero nada se pierde con hacer más difícil el consenso.

Una frase casi fija en los oficios firmado por Ruth de Krivoy como Presidente del Banco Central de Venezuela es su disposición para coordinarse con el Ejecutivo Nacional con el fin de atender los problemas de la banca.

Lo cierto es, que en la primera y crucial oportunidad en que surgió la necesidad de una coordinación, esta no fue posible. De acuerdo a lo declarado por el Presidente interino Ramón José Velásquez ante el Juzgado Superior Cuarto en lo Civil y Contencioso Administrativo, que estudia la nulidad del decreto de intervención del Banco Latino,

“(…)El día miércoles 12 de Enero de 1.994, el Ministro de Cordiplan, Dr. Hernán Anzola y la Presidenta del Banco Central de Venezuela, Dra. Ruth de Krivoy, informan acerca de la crítica situación del Banco Latino, el cual, según la información de la Dra. Krivoy y de Dr. Anzola presentaba un saldo adverso en la Cámara de Compensación que no lograba cubrir más de cuatro mil millones de bolívares, igualmente manifestaron la conveniencia de disponer de entregar al Banco Latino los Títulos de la deuda pública que por un monto superior a ocho mil millones de bolívares tenía el Centro Simón Bolívar (…) convoqué para las ocho de la mañana del dia 13, un Consejo de Ministros para aprobar la entrega de dichos Títulos, condición que planteaba el Presidente del Centro Simón Bolívar para realizar la operación de entrega; impartida la aprobación del Consejo de Ministros, pedí al Dr. César Rodríguez, Gobernador del Distrito Federal y conjuntamente Presidente del Centro Simón Bolívar que se retirara del Consejo de Ministros y que procediera a realizar los trámites para la entrega de dichos títulos”

Con relación a esta orden del Presidente de la República en Consejo de Ministros, el Dr. César Rodríguez declaró el 22 de Abril de 1.995 a “El Universal” a la salida del mismo Juzgado que estudia la nulidad del decreto de intervención del Banco Latino, lo siguiente:

“A mi se me pidió, conjuntamente con el consultor jurídico del Centro Simón Bolívar que esperara en una sala contigua a la sala de reuniones de la Junta Directiva del Banco Central de Venezuela (para proceder con el endoso de los bonos a favor del Banco Latino que reposaban en el mismo Banco Central de Venezuela) Y es una hora después cuando se me manifiesta a través del consultor jurídico del Banco Central de Venezuela, que ya no había nada que hacer, que estaba fuera de cámara de compensación”

La operación crediticia sobre esos títulos hubiese sido suficiente para evitar la exclusión de la cámara de compensación y cierre del banco, pero esa coordinación entre funcionarios públicos no fue posible. !!

La voluntad de un entendimiento solo figuraba en los oficios a otros despachos, porque en realidad la economía no logró operar dentro de condiciones aceptables por la inmensa contradicción entre la política fiscal y la monetaria; el Banco Central iba por un lado y el Ejecutivo por otro; Ruth de Krivoy “monitoreaba” a los bancos, pero se limitaba a responsabilizar a otros de los problemas detectados, y aún lo sigue haciendo.

5) Lo que es malo para uno, es bueno para otros.

“Con miras a evitar una crisis de confianza en el público venezolano”, con posterioridad al torpe e irresponsable cierre del Banco Latino, las autoridades financieras recurrieron a la Ley de Bancos para otorgar recursos a otros institutos, a través del Fondo de Garantía de Depósitos, FOGADE, y los resultados ya se conocen.

La terca negativa del Banco Central de Venezuela a considerar la crisis de liquidez del Banco Latino, como el síntoma inicial de un problema que requería tratamiento técnico por parte del Estado, hace pensar que la coincidencia de los eventos en el tiempo hizo confundir al Banco Latino con Banesto y a la banca venezolana con la banca española. La Presidenta del Banco Central de Venezuela confundió al paciente y aplicó un tratamiento totalmente equivocado.

II Una Regla de Oro.

Asdrúbal Baptista, Director del Banco Central de Venezuela durante Febrero de 1.994 hasta Mayo de 1.994 publicó un artículo el 19 de Mayo de 1.995 en el diario “El Universal” donde -en base a la experiencia mundial- describe la conducta correcta de un Banco Central en una situación como la vivida en Venezuela el 13 de Enero de 1.994 cuando el Banco Latino, el primer banco en cuentas de ahorro del país, con reservas secundarias disponibles y constituidas por acreencias a cargo del Estado venezolano fue cerrado por 83 días.

Dice Baptista:

“…En primer lugar, que una crisis es una crisis porque entraña costos…En segundo lugar, que en una crisis masiva del sistema bancario, el Banco Central, en cuanto prestamista de última instancia y para evitar la sobrevenida de peores males, debe facilitar recursos con toda presteza. LA REGLA DE ORO ES QUE NO SEA POCO Y QUE NO SEA TARDE. ”

Esta fue la respuesta del BANCO CENTRAL DE VENEZUELA a la Regla de Oro

“…En un ambiente agobiado por la incertidumbre y la volatilidad de los mercados financieros, el Banco Latino quedó excluido de la cámara de compensación el 13 de Enero de1994, en estricto acatamiento a las normas que regulan la cámara de compensación, después de agotadas las gestiones dirigidas a evitar este hecho traumático…el BCV ya no tenía otra alternativa. El Banco Latino no pudo cubrir su compensación y, lamentablemente, no fueron exitosas las numerosas iniciativas propiciadas para que el problema de liquidez y solvencia de ese banco, el segundo del país, fuese atendido coordinadamente por lo accionistas, la banca privada, el estado….” (subrayado nuestro)

Ruth de Krivoy, 9 de Marzo de 1.995. El Universal.

De haberse debatido el problema de la banca en un ambiente maduro, deslastrado de las zancadillas políticamente motivadas, evitando poner los organismos de supervisión a la orden de venganzas de unos grupos contra otros, hubiera sido posible abordarla conforme a las innumerables experiencias disponibles en la literatura financiera.

Hoy día solo se acepta la existencia de un responsable, el banquero y ello resulta muy conveniente para el discurso político y también sirve de barrera protectora a muchos ex-funcionarios y funcionarios públicos.

Estas experiencias que relato deben servir para no incurrir otra vez en las mismas superficialidades que además de penosas, han tenido unos costos que nuestras finanzas no están en condiciones de soportar.

No ando en busca de más culpables, ando en busca de más justic